Hoy voy a hablar del siete.
Para evitar apresuradas y pícaras asociaciones anatómicas aclaro rapidito que me referiré al NÚNERO siete.
Desde el vamos el siete ha tenido permanente presencia en la historia de la humanidad: según la Biblia, Dios creó el mundo en seis días y el séptimo descansó.
De puros copiones que somos tenemos semanas de siete días y hasta hay quienes pueden descansar el séptimo.
La luna tiene ciclos de 4 períodos de siete días.
Las Pléyades, en la mitología griega, fueron 7 hermanas hijas de Atlas y Pléyone. De allí toma su nombre una constelación de unas 500 estrellas de las cuales siete son observables a simple vista. Estas son conocidas como las Siete Hermanas o los Siete Cabritos.
Siete eran las Maravillas del mundo antiguo (sólo perdura la Pirámide de Guiza (lugar) o de Keops (faraón) y siete son las nuevas Maravillas, elegidas en un concurso popular (160 millones de votos) organizado por la empresa New Open World Corp. El resultado fue anunciado desde Lisboa el 07/07/07.
Siete escalones llevaban al trono de Zeus.
Apolo tenía una lira de siete cuerdas lo que hacía que lo que tocaba le saliera más lindo que los ciudadanos de a pie que la tenían más sencillita.
Siete eran los Sabios de Grecia (allá por el s. VI aC) cuyos exponentes más conocidos son Tales de Mileto y Solón de Atenas, quien enunció una máxima aplicable al vino: “Nada con exceso, todo con medida”.
Antes de mandar la famosa lluviecita Dios le ordenó a Noé que construyera el arca y que embarcara en ella 7 parejas de cada animal puro (Génesis 7-11).
Desde la antigüedad (s. XIII aC) se hablaba de los Siete Mares para referirse a la máxima extensión navegable conocida. Por supuesto que la composición cambió según el país y la época pero se mantuvo el número referencial.
En Egipto, Isis (nombre griego de la más ignota diosa Ast) se identificaba con la luna. Recordemos sus cuatro períodos de siete días. Las sacerdotisas de su templo bailaban la danza de los siete velos y cada uno de ellos se asociaba a un color del arco iris y con cada uno de los siete chakras principales (centros energéticos del cuerpo humano).
* El judaísmo está lleno de sietes.
El año sabático (shmitá) ocurre cada siete años. Durante él no se puede cultivar la tierra ni recoger sus frutos para dejarla descansar.
El año de jubileo (Yovel) es el siguiente a siete períodos de siete años.
Un tamei (impuro) requiere siete días de purificación para transformarse en leb tahor (corazón puro).
En la ceremonia nupcial, cuando los novios están bajo un palio se pronuncian siete bendiciones.
La menorah es el candelabro de siete brazos que arde en el Tabernáculo y está actualmente en el escudo del Estado de Israel.
Y podríamos seguir.
* En el catolicismo:
Siete son los sacramentos.
Siete los dolores de la Virgen, desde la profecía durante la presentación de Jesús en el Templo hasta su sepultura.
Siete fueron las frases que, según las Escrituras, pronunció Jesús ya crucificado, antes de morir.
Siete son las virtudes: tres teologales y cuatro cardinales.
Siete son los pecados capitales.
Cuando Pedro interroga a Jesús sobre cuántas veces debe perdonar las ofensas la respuesta es 70 veces 7.
Siete son los dones del Espíritu Santo.
En el Apocalipsis el número siete es mencionado 54 veces. Por ejemplo 7 sellos, 7 trompetas, 7 jinetes, etc.
Jesús expulsa siete demonios del cuerpo de Magdalena.
Siete son los arcángeles. Los más conocidos: Miguel, Gabriel y Rafael.
* En el Islamismo, para ser breve, durante la peregrinación a La Meca el fiel debe caminar siete veces, sin detenerse, alrededor de la Kaaba (cubo en árabe) que es el lugar sagrado que tiene esa forma.
* En la mitología guaraní (qué tal!) se menciona el lobizón o luisón (En realidad la leyenda tiene origen europeo).
El asunto es así:
Taú (espíritu maléfico) se enamora perdidamente de la bella doncella Keraná. Se transforma en apuesto joven y la visita siete días consecutivos a fin de seducirla. El 7° trata de raptarla pero Angatupyry (el bueno) se opone a tan desprolija acción, luchando con él durante siete días.
Lo vence pero el empecinado de Taú vuelve y se la lleva no sin sufrir la horrible maldición de concebir monstruos (pobre, ella qué tenía que ver?).
El séptimo hijo varón nació sietemesino (ufa!) y se convierte en lobo cuando hay luna llena. La tradición indica que para evitar que un hijo ande por ahí asustando gente, los padres deben bautizarlo en siete iglesias.
Además en Argentina es costumbre que el Presidente de la Nación apadrine al 7° hijo varón de un matrimonio. Otra maldición.
Bueno frivolicemos un poco la cosa.
Siete son las notas de la escala musical y siete los colores del arco iris.
Si se rompe un espejo sobrevienen siete años de mala suerte.
Bancanieves se encontró con siete enanos que la protegieron hasta que llegó el príncipe.
En la literatura nos topamos con el siete a cada rato. Basten algunos ejemplos.
“Los siete locos” de Arlt.
James Bond es el agente 007
En Harry Potter hay innumerables referencias al siete.
“Pulgarcito” es un cuento de Perrault en el que un matrimonio tiene siete hijos, el mayor de 10 años y el menor de 7 (los primeros eran mellizos).
El chiquitín es, por supuesto Pulgarcito que, para no hacerla lunga, luego de algunas peripecias le roba al ogro la bota de las siete leguas.
Y en el cine (llamado el séptimo arte):
“Siete novias para siete hermanos”. Stanley Donen.
“Los siete samurais”. Akira Kurosawa
“Los siete magníficos” (“Siete hombres y un destino”, en algunos países) John Sturges. Su continuación “El regreso de los siete magníficos”
“La comezón del séptimo año”. Billy Wilder. Con la famosa escena con Marilyn Monroe con su vestido volando impúdicamente en plena calle.
“El séptimo sello”. Ingmar Bergman
“Seven” en España o “Los siete pecados capitales” en Hispanoamérica. David Fincher
Y seguimos, dale?
Siete son las colinas de Roma.
Si alguien es muy feliz se dice que está en el séptimo cielo.
Tengo unos amigos que son unos atorrantes de siete suelas que suelen armar unos líos de la gran siete. Y si alguien se lo reprocha, por respuesta, le salen con un domingo siete
Bueno, y a qué viene toda esta perorata septenal?
A que estoy a punto de cumplir 77 años. Son un montón, es cierto pero espero emular a Lamec, padre de Noé, que vivió 777.
Nací en 1933. 1+9+3+3 = 16. 1+6 = 7
Lo menos que puedo hacer es festejar brindando con un vino de la Bodega Séptima o de la Bodega Siete Fincas.
¡Hola vino!!!
comentarios y reflexiones sobre sobre el vino y su entorno
07 noviembre 2010
12 octubre 2010
HOLA VINO 4
Decía Don José Ortega y Gasset: “Yo soy yo y mi circunstancia”, señalando así que el ser humano crea un entorno y al mismo tiempo, necesita de él para lograr su plenitud.
Con absoluta falta de respeto tomo prestada la idea para afirmar que el vino es el vino y su circunstancia.
En coincidencia el escritor y pintor belga Jean-Claude Pirotte (n. 1939) en su libro “Les contes bleus du vin” (1988) deja sentado que “el vino es mucho más que el vino”.
Qué es, entonces, ese líquido increíble que tenemos ante nosotros como la cosa más natural del mundo?
Tiene profundidades abismales y explosiones aromáticas, tiene sutilezas y contundencias, tiene sobre nuestras papilas, retiradas y avances que como en un juego buscan desconcertarnos.
Tiene timidez seductora y agresividad acariciadora. Nos brinda reminiscencias de tiempos y lugares y siempre lo hace con calidez compañera y complicidad pícara en el deleite.
A cambio de todo ello sólo pide amor y respeto.
Odia el abuso que deriva de la ingestión inmodesta. “Cuando ya no puedas apreciar el vino que bebes deja de tomar. Estás quitándoselo a quien sí puede hacerlo” decía ese poeta rebelde y maravilloso que fue Omar Khayyan (S. XII).
Hasta aquí en vino. Y la circunstancia?
Somos nosotros. Nosotros con las alegrías, las tristezas, la soledad o la convivencia, los recuerdos, la nostalgia, las ambiciones y las esperanzas y todos los avatares cotidianos que hacen que cada día, cada momento sea distinto.
Ese hoy que mañana será ayer.
Pero en cualquier circunstancia, al reunirnos con nuestro amigo el vino debemos abrirnos y predisponernos a recibir todo lo que generosamente nos ofrece.
Si no es así es preferible dejar el encuentro para otro día.
Verdad que sí?
Con absoluta falta de respeto tomo prestada la idea para afirmar que el vino es el vino y su circunstancia.
En coincidencia el escritor y pintor belga Jean-Claude Pirotte (n. 1939) en su libro “Les contes bleus du vin” (1988) deja sentado que “el vino es mucho más que el vino”.
Qué es, entonces, ese líquido increíble que tenemos ante nosotros como la cosa más natural del mundo?
Tiene profundidades abismales y explosiones aromáticas, tiene sutilezas y contundencias, tiene sobre nuestras papilas, retiradas y avances que como en un juego buscan desconcertarnos.
Tiene timidez seductora y agresividad acariciadora. Nos brinda reminiscencias de tiempos y lugares y siempre lo hace con calidez compañera y complicidad pícara en el deleite.
A cambio de todo ello sólo pide amor y respeto.
Odia el abuso que deriva de la ingestión inmodesta. “Cuando ya no puedas apreciar el vino que bebes deja de tomar. Estás quitándoselo a quien sí puede hacerlo” decía ese poeta rebelde y maravilloso que fue Omar Khayyan (S. XII).
Hasta aquí en vino. Y la circunstancia?
Somos nosotros. Nosotros con las alegrías, las tristezas, la soledad o la convivencia, los recuerdos, la nostalgia, las ambiciones y las esperanzas y todos los avatares cotidianos que hacen que cada día, cada momento sea distinto.
Ese hoy que mañana será ayer.
Pero en cualquier circunstancia, al reunirnos con nuestro amigo el vino debemos abrirnos y predisponernos a recibir todo lo que generosamente nos ofrece.
Si no es así es preferible dejar el encuentro para otro día.
Verdad que sí?
09 octubre 2010
Hola vino 3
Mi tía Enriqueta tuvo dos hijas.
La mayor, Donnatella, a quien familiarmente llamábamos Donna, se dedicó al canto lírico y tuvo reconocido suceso.
Ella era para mí la prima Donna. La recuerdo seria, imponente y con voz impostada.
Su bebida preferida y excluyente era el Champagne, así con mayúscula, proveniente de las montañas de Reims.
La otra era alegre, sonriente y hermosa. Amaba las flores y los pájaros y los días luminosos.
Se llamaba Vera. Era pues, la prima Vera.
Le fascinaban los vinos blancos con notas frutales, particularmente las cítricas. También apreciaba los tintos livianos y aromáticos.
Bajo la influencia de la prima Vera creo que llegó la hora de prepararnos para el cambio de nuestros hábitos gastro-enológicos.
Hay que ir dejando de lado las comidas densas, “guisosas” y con salsas espesas para poner sobre la mesa manduques menos calóricos.
Y, por supuesto, priorizar la gama fresca de nuestros vinos además de por la lógica armonía con la culinaria elegida, también cuando los bebemos solos. Solos ellos y no en lo personal porque qué lindo es compartir una copa de buen vino sintiendo la caricia de una brisa primaveral. Para comenzar de la brisa.
Estoy pensando en un Viognier o un Chenin, un Merlot o un Pinot Noir o en la amplia gama de rosados que ahora podemos disfrutar.
A propósito: es notable la voltereta producida en el mercado con los rosados. Actualmente toda bodega que se precie quiere tener su rosé para estar en la onda.
Hasta no hace tanto tiempo los rosados eran vinos de “señoritas”, cosa curiosa habida cuenta de que el argumento alegado y que incluía a los blancos, se basaba en que eran vinitos livianos aunque la graduación alcohólica fuera similar a la de los tintos.
Y así eran las curdas sobrevinientes.
Felicidades de parte de la prima Vera!!!
La mayor, Donnatella, a quien familiarmente llamábamos Donna, se dedicó al canto lírico y tuvo reconocido suceso.
Ella era para mí la prima Donna. La recuerdo seria, imponente y con voz impostada.
Su bebida preferida y excluyente era el Champagne, así con mayúscula, proveniente de las montañas de Reims.
La otra era alegre, sonriente y hermosa. Amaba las flores y los pájaros y los días luminosos.
Se llamaba Vera. Era pues, la prima Vera.
Le fascinaban los vinos blancos con notas frutales, particularmente las cítricas. También apreciaba los tintos livianos y aromáticos.
Bajo la influencia de la prima Vera creo que llegó la hora de prepararnos para el cambio de nuestros hábitos gastro-enológicos.
Hay que ir dejando de lado las comidas densas, “guisosas” y con salsas espesas para poner sobre la mesa manduques menos calóricos.
Y, por supuesto, priorizar la gama fresca de nuestros vinos además de por la lógica armonía con la culinaria elegida, también cuando los bebemos solos. Solos ellos y no en lo personal porque qué lindo es compartir una copa de buen vino sintiendo la caricia de una brisa primaveral. Para comenzar de la brisa.
Estoy pensando en un Viognier o un Chenin, un Merlot o un Pinot Noir o en la amplia gama de rosados que ahora podemos disfrutar.
A propósito: es notable la voltereta producida en el mercado con los rosados. Actualmente toda bodega que se precie quiere tener su rosé para estar en la onda.
Hasta no hace tanto tiempo los rosados eran vinos de “señoritas”, cosa curiosa habida cuenta de que el argumento alegado y que incluía a los blancos, se basaba en que eran vinitos livianos aunque la graduación alcohólica fuera similar a la de los tintos.
Y así eran las curdas sobrevinientes.
Felicidades de parte de la prima Vera!!!
04 octubre 2010
Hola vino ! - 2
Hay innumerables canciones en todos los idiomas y literatura en prosa y en verso que hacen referencia a la función terapéutica del alcohol para remediar bajones anímicos provenientes de reprobables comportamientos tales como traiciones, infidelidades, abandonos y otros de parecida índole maligna.
En muchos casos el vehículo utilizado es el vino como en la cueca que pide:
Eche otro litro ‘e vino
Don Ceferino
por caridá
Quiero olvidar del todo
y d’este modo, olvidar
Otro litro de vino! Parece que las penas del parroquiano de Don Ceferino tenían una notable capacidad de absorción etílica.
O el caso de aquel inmigrante nostalgioso que en el tango “La cantina” recordaba su lejano paese y mojaba su evocación con “bon vin”.
En algunas ocasiones la búsqueda de solución va combinada con otras terapias:
“y he venido para eso,
a borrar antiguos besos
en los besos de otras bocas”
Nostalgias – Tango – Cadícamo y Cobián
La pretendida salida del deprimente estado anímico es absolutamente tramposa.
El torturante fantasma tal vez se duerma por un rato pero no se muere. Reiterará su visita y lo que el bebedor consigue es agregar a su mal una resaca machaza.
“Quiero por los dos mi copa alzar
para olvidar mi obstinación
y más la vuelvo a recordar”. Nostalgias, again.
En mi opinión lo más preocupante de esta situación es el uso del vino para tan triste e inútil función.
El vino es risueño, alegre, vivaz, gozoso. En ciertas ocasiones se pone serio, formal y profundo pero nunca triste. Siempre se ofrece sin reparos ni egoísmos para permitir una experiencia, solitaria o compartida, única, irrepetible y enormemente gratificante.
No debe entonces usarse como amnésico o analgésico de sinsabores del alma.
Si alguien le sigue atribuyendo al alcohol propiedades apaciguadoras de desazones variadas yo le hago un pedido:
Mamate con otra cosa hermano. No desperdicies el vino.
En muchos casos el vehículo utilizado es el vino como en la cueca que pide:
Eche otro litro ‘e vino
Don Ceferino
por caridá
Quiero olvidar del todo
y d’este modo, olvidar
Otro litro de vino! Parece que las penas del parroquiano de Don Ceferino tenían una notable capacidad de absorción etílica.
O el caso de aquel inmigrante nostalgioso que en el tango “La cantina” recordaba su lejano paese y mojaba su evocación con “bon vin”.
En algunas ocasiones la búsqueda de solución va combinada con otras terapias:
“y he venido para eso,
a borrar antiguos besos
en los besos de otras bocas”
Nostalgias – Tango – Cadícamo y Cobián
La pretendida salida del deprimente estado anímico es absolutamente tramposa.
El torturante fantasma tal vez se duerma por un rato pero no se muere. Reiterará su visita y lo que el bebedor consigue es agregar a su mal una resaca machaza.
“Quiero por los dos mi copa alzar
para olvidar mi obstinación
y más la vuelvo a recordar”. Nostalgias, again.
En mi opinión lo más preocupante de esta situación es el uso del vino para tan triste e inútil función.
El vino es risueño, alegre, vivaz, gozoso. En ciertas ocasiones se pone serio, formal y profundo pero nunca triste. Siempre se ofrece sin reparos ni egoísmos para permitir una experiencia, solitaria o compartida, única, irrepetible y enormemente gratificante.
No debe entonces usarse como amnésico o analgésico de sinsabores del alma.
Si alguien le sigue atribuyendo al alcohol propiedades apaciguadoras de desazones variadas yo le hago un pedido:
Mamate con otra cosa hermano. No desperdicies el vino.
15 septiembre 2010
¡Hola vino!!!
Este es un nuevo blog.
No hace falta que alguien me diga: “chocolate por la noticia” para tomar conciencia de que esta afirmación no saldrá en la tapa de los diarios ni causará un tsunami en la blogósfera.
Quiero, no obstante, recalcar que además hay un nuevo blogger. El mismo fulano del chocolate dirá: “y a mí, qué?” Y también lo sé: a vos nada pero a mí sí porque soy actitudinalmente un nuevo blogger.
Para quien hasta no hace mucho trataba de usted a su computadora esto es un cambio grosso.
Y entonces, por qué esta voltereta ahora?
Mi relación con el vino (que de eso se trata) es de larga data. Somos amigos desde que yo era muy joven y él, en Argentina, no tenía aún méritos para provocar un Oh!. Al menos el que podíamos comprar en mi casa.
Pero nos llevábamos bien y ambos evolucionamos positivamente. Él fue mejorando ostensiblemente su calidad y yo fui aprendiendo a encontarle vericuetos y sutilezas, hasta llegar a nuestro actual romance.
Siempre fue lindo y sigue siendo, juntarse con algunos contertulios para apreciar un(os) vino(s) y hablar sobre el tema. Es una forma de rendirle homenaje y al mismo tiempo aprender.
La vida actual hace que sea cada vez más complicado encontrar un momento de coincidencia física y temporal para llevar a cabo esas deseables reuniones y de ahí, pues, esta necesidad que siento de virtualizar el discurso y de ser posible el diálogo (me encantaría!!!) para transmitir experiencias, pensamientos, reflexiones y conocimientos sobre ese SER maravilloso que el vino.
Dejo constancia que no usé la palabra “ser” por casualidad. Una de las acepciones dice que es lo que existe y está vivo. Y el vino lo está.
Bien, estas modernías tecnológicas me permiten dar cauce a mis ganas de charlar sobre él. Y aquí estoy.
Antes de irme, me presento.
Hace ya muchísimo tiempo, ante mi irrupción en este mundo, mis padres, tras haber comprobado que era nene, decidieron llamarme Raúl.
Como nunca encontré una buena razón para oponerme sigo siendo ambas cosas.
Hasta pronto. Salud!
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